Tengo sobre mi mesa un ejemplar de La tempestad, de William Shakespeare, recientemente editado por la Editorial Universitaria, Chile (todavía no hay una reseña en línea). La obra me habría pasado desapercibida si no fuera porque ha sido traducida, introducida y anotada por mis colegas Paula Baldwin Lind y Braulio Fernández Biggs, ambos profesores de la Universidad de los Andes. Los dos son, además, miembros del grupo de investigación Explorar la Ficción.
La traducción de La tempestad ha sido un proyecto que he visto crecer de cerca. He sido testigo de frecuentes reuniones de trabajo en la Biblioteca de la Universidad, horas y horas de lectura y escritura, y abundante traspaso de papeles anotados y recorregidos.
Mis colegas han trabajado en serio y ahora podemos disfrutar del resultado. La edición es cuidada. Es ese tipo de libro que da gusto llevar en el bolsillo, para leer en cualquier momento (también existe la versión digital, por supuesto).
Copio de la contraportada:
La tempestad es una de las últimas obras que compuso William Shakespeare. Su genio teatral, lejos de verse agotado o disminuido, se desplegó en ella con una sorprendente creatividad dramática y poética. Una historia fabulosa y triste, de traición y perdón al mismo tiempo, un romance por el que desfilan personajes notables en una isla encantada de clima sutil y rara naturaleza, donde los acontecimientos se unen para producir una totalidad magnífica, una perfecta ilusión escénica.
Y para los entendidos, unas líneas de las Notas a la traducción:
Seguimos la numeración de líneas o versos según la edición de Arden. Con todo, deben tenerse en cuenta los encabalgamientos que hace Shakespeare entre uno y otro personaje, y los cortes obligados por las dimensiones de la caja de composición (indicados con barra oblícua / ).
Los traductores se han esmerado en su trabajo. Enhorabuena y gracias por el esfuerzo. Ahora a leer.